GRAZALEMA  En un escenario de naturaleza exuberante y enraizada tradición agrícola, los grazalemeños escriben el epílogo del mes de mayo entregándose a una de esas fiestas que hablan de tradición, devoción y reencuentro.

Una fiesta, la de San Isidro Labrador, que, con un profundo sentido religioso, se corona con una romería a ‘El Soto’, en la Ribera de Gaidovar. Un camino de convivencia que es sinónimo de alegría y que, a las ‘puertas’ del verano, convoca a feligreses, de aquí y de allá, a disfrutar de una jornada de algarabía en torno a la figura del patrón de los agricultores.

Rezos, ofrendas florales, tambores, juegos a caballo, bailes, bautizos de nuevos hermanos y los inconfundibles olores y sabores de la buena gastronomía local dibujan un escenario en el que las carrozas, engalanadas para la ocasión,  y los caballistas de la Hermandad de San Isidro Labrador anuncian desde primeras horas de la mañana que este no es un día cualquiera.