Blindada por un frondoso y cautivador manto de vegetación dominado por quejigos centenarios, se antoja una de esas rutas idílicas para reencontrarse con la naturaleza y abstraerse del mundanal ruido.
De baja dificultad y corta distancia, apenas un kilómetro y medio, es ideal para recorrer en familia o con amigos, disfrutando palmo a palmo de sus innumerables estímulos.
Herrerillos, pinzones, agateadores, trepadores azul, arrendajos, pájaros carpintero, mitos y reyezuelos son algunos de los pequeños pájaros que ponen la banda sonora a una ruta que en tiempos pasados fue muy transitada por los pobladores de la Sierra de Cádiz. En especial por los carboneros, quienes, desde el máximo respeto al entorno, extraían un elemento básico para la supervivencia, el carbón.