Si quieres adentrarte en la historia de esta bella localidad al refugio del San Cristóbal, has de saber que ésta, tal y como atestigua el Nacimiento de Benamahoma, está íntimamente ligada al agua.
De una gran pureza, el agua que brota permanentemente entre piedras y vegetación podría considerarse el ‘oro líquido’ del pueblo, ya que, además de servir para el consumo humano, durante siglos ha alimentado a la mejor huerta de la Sierra de Cádiz. Una historia de cultivos de frutas y hortalizas, de harina, aceite, truchas… que comienza a escribirse aquí, en este rincón, auténtico remanso de paz que, camino de El Pinsapar, invita a sentarse y dejarse llevar por el sonido relajante del agua.
A ella, como podrás comprobar si sigues su rastro desde El Nacimiento, le debe parte de su vigorosidad el río Majaceite .
Fuente de energía de molinos y batanes y elemento diferenciador de truchas excelentes, el agua de este mágico rincón es también relajante y sanadora.
Si no nos crees, déjate llevar por su sonoridad en este lugar, el Nacimiento de Benamahoma, desde el que emprender el ascenso al Pinsapar.