Imagina caminar junto a un río, envuelto por los inconfundibles y reconfortantes sonidos de rápidos y saltos de agua cristalina. Imagina, además, hacerlo al abrigo de un exuberante corredor verde formado por chopos, sauces, madreselvas, adelfas, zarzaparrillas y rosales.
Un corredor que, con extrema suavidad, sin sobresaltos, conecta dos de las localidades más bellas de la Sierra de Cádiz (Benamahoma y El Bosque) y que, además, atesora antiguas huellas de sus pobladores.
Deja de imaginar porque ese lugar existe. No es otro que la ruta del Majaceite, río sin el que es imposible entender la historia de Grazalema y Benamahoma y queda cobijo a una rica fauna de la que es icono la nutria. Fuente de vida permanente que ha alimentado huertas, ganado y la afamada industria mantera.
No en vano es una de las rutas más visitadas por quienes se lanzan a descubrir nuestro entorno entre los sonidos de mirlos, oropéndolas, ruiseñores, currucas y petirrojos.
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