El agua, los verdes pastos y la oveja Merina Grazalemeña han constituido desde tiempos inmemoriales  la  base de esa fórmula mágica que, aún hoy día, da vida a uno de los productos más emblemáticos de Grazalema, sus afamadas mantas.

Agua que, allá por el siglos XVIII, hacía funcionar la maquinaria hidráulica y mantenía limpia la lana del ganado en el campo; verdes pastos que fortalecían a las ovejas y una raza productora de una lana de extraordinaria calidad. 

Un ritual que, como podrás comprobar en la Fábrica de mantas y paños, se mantiene prácticamente inalterable (tan solo la electricidad ha sustituido a la energía hidráulica), dando lugar a productos de extremada suavidad e ideales para sortear el frío.